viernes, 3 de febrero de 2017

El hombre que envejeció antes de tiempo

Por Alejandro Lafourcade
a.lafourcade@pilaradiario.com
De El Diario Regional de Pilar, 12/1/2017
La crisis de los 30 puede traer aparejadas múltiples consecuencias. La noción de la adultez es resuelta de diversas maneras, a veces con aceptación, otras con negación, pero ningún caso se parece al de Sergio Pángaro: cuando todos le temen al paso del tiempo, el músico y actor decidió… envejecer de forma premeditada.
De riguroso pantalón de vestir, camisa blanca y bigote anchoíta, dialogó con El Diario dejando un tendal de reflexiones que lo muestran como lo que es: un artista único en su especie.


Atemporal
-¿Cuándo empezaste a ser un hombre "como los de antes”?
-Fueron varios factores, una decisión orgánica. Cuando uno se acerca a los 30 empieza a pensar en la vejez. Antes los trajes eran elegantes, la gente se comportaba de una manera, quizás de alguna forma careta, pero entre lo careta y lo violento me quedo con lo careta. Violento en el sentido de prepotencia, de una manera de hablar, la mala educación, de colarse en una fila…
Con esa fantasía y el miedo a envejecer, me lo plantee inconscientemente. El rock va unido a la juventud, pero yo envejecí antes de tiempo. El rock está sostenido por el entusiasmo de la juventud, más que por la calidad. Necesita dos acordes, actitud y una idea fuerte. Quizás sea un poco snob mi postura, acomplejado por la edad.
-Tu búsqueda es contraria a la cultura de la "eterna juventud”.
-Totalmente, estoy en contra de esos esperpentos, de todas las cirugías, de esos comportamientos. Al envejecer antes de tiempo me encontré con un idioma, una armonía y estudios que me enriquecieron a nivel humano.
-¿Pángaro es un personaje, o es el mismo arriba y abajo del escenario?
-Sería más fatigoso disfrazarme. Me eduqué en posturas artísticas en las cuales mis ídolos eran Magritte, Picasso, Van Gogh, que no se hacía el loco para pintar, si no que era así. Los Led Zeppelin salían a la calle como tocaban en sus discos, había una coherencia permanente. Siempre tuve referentes que no se disfrazaron.
-¿Algo de eso se daba en Baccarat (su banda más emblemática)?
-Sí, en Baccarat nuestras conversaciones en el escenario eran reales, no una puesta, era una extensión de lo cotidiano. Estábamos todo el tiempo juntos, como una comunidad. Si el escenario es mágico, ¿por qué no hacer la vida mágica? Ahora me doy cuenta de que teníamos razón. No es cuestión de imitarse a uno mismo, hay que ser honesto con lo que le está sucediendo a uno. Y siempre con humor.
-Al llegar la moda vintage, ¿no gritaste "vieron que yo tenía razón”?
-(risas) Siempre hubo gestos hacia el pasado. Se ve en la new wave, los new romantics, con los peinados María Antonieta, también en los B-52´s… En todas las épocas hubo una revisión de lo anterior, lo hizo hasta Bach.
Contracultura
¿Se puede estar vestido como un dandy de los ’40, hablar del espíritu hippie de los ’60 y conseguir rotación en una radio de rock? Pángaro lo logró al llegar a la FM Rock & Pop, donde Baccarat fue la cortina de un programa ("Day Tripper”).
"Veníamos a ‘asustar al rock’ –afirma-, trayendo aquello contra lo que el rock se rebeló. Sin embargo, a nuestra manera éramos rockeros, con una reflexión sobre los dogmas, predicando el amor desde el punto de vista hippie. Llegamos con lo kitsch, con ese sarcasmo parar mirar el mundo, sin tratar de hacer filosofía”.
Y recuerda: "En los ’90, este ámbito me visibilizó. Entre los sónicos de la época, llamé la atención. Me quería vestir como un oficinista, algo que era contracultural”.