sábado, 16 de noviembre de 2013

Ringo, con una ayudita de sus amigos

¿El único de los cuatro que no tenía talento? Imaginen a The Beatles con otro baterista y verán que es imposible. El hombre de los anillos que a fuerza de carisma se hizo un lugar en la banda más importante de la historia pasó por Argentina por segunda vez: Ringo Starr demostró que tener un beatle tan al alcance de la mano siempre es un regalo. Lo primero que hay que saber es que no se está presenciando un recital de Ringo: es un show de la All-Starr Band, que no es lo mismo. No es tonto, el hombre. Sabe que su repertorio, aún si interpretara todas las canciones que cantó para The Beatles, no alcanza para completar la lista de un concierto. Por eso suele rodearse de músicos consagrados que aporten su parte. “Cada uno de los integrantes de esta banda es una estrella en sí misma”, avisa Ringo apenas comienza el show, que se abrió con “Matchbox”, el clásico de Carl Perinks que figura en la colección Past Masters. Luego, su hit solista “It don´t come easy”, para delirio del público que llenó el Teatro Ópera, entre ellos Charly García. Por esta condición de supergrupo es que cada uno va teniendo su lugar de manera intercalada a lo largo del recital. Casi nada: Steve Lukather (Toto) estuvo a cargo de “Rosanna”, “Africa” y “Hold the line”, más allá de demostrar sus dotes de guitarrista. Sin dudas, uno de los que se robó la noche. Gregg Rolie, tecladista y voz de Santana, llevó al público a los ’70 con “Evil ways”, “Black magic woman” y “Oye como va”; mientras que Todd Rundgren –el más carismático después de Ringo- apareció con “Love is the answer”, “Bang the drum all day” y “I saw the light”. Por su parte, Richard Page (Mr. Mister) aportó “Kyrie” y el hit “Broken wings” (busquen la canción en Youtube y verán que la conocen, tan solo no sabían su nombre). El combo se completó con el baterista Gregg Bissonette y el polifuncional Mark Rivera como rueda de auxilio de todos. Pero volvamos a Ringo: siempre afecto al rock más básico, el de fines de los ’50 y principios de los ’60, se lució con “I wanna be your man”, “Act naturaly”, “Don´t pass me by” y “Boys” como si no hubiesen pasado ya 50 años de las épocas doradas. Es el mismo, pero ya sin flequillo para sacudir. A veces al frente, otras en la batería, demostró por qué nunca fue necesaria ser demagogia para ganarse la simpatía de todos. “¿‘Octopus’s garden’? El año que viene…”, prometió ante el pedido de los fans que incluso tiraron dos pulpos de peluche. Pero el tema incluido en Abbey Road nunca llegó… En cambio, no faltaron “Yellow submarine” y “With a little help from my friends”, que cerró la noche luego de dos horas corridas. ¿Bises? Ninguno. Lo mejor ya había ocurrido.